THE END, MY ONLY FRIEND

THE END, MY ONLY FRIEND

Arturo Cariceo Zúñiga

Mientras redacto este post, escucho pocas, sutiles y espaciadas notas de guitarra. Es la voz de Jim Morrison, que se  confunde en mi imaginación con el recuerdo de Kurtz en penumbras. Pienso que exponer en pandemia mundial, sacude ese Willard que llevas dentro, activando tu propia versión del “Corazón de las Tinieblas” en clave “Apocalypse Now”. En la película, se luce la canción “The End” de The Doors. En el disco dura 12 minutos, aquí, mientras exponemos en Logroño (España), dura más de dos meses. Aunque el cierre “físico” de CUIDADO Y PELIGRO DE SÍ, en la Sala Amós Salvador, está próximo, la reflexión artística comisariada por Fernando Castro Flórez, sobre y en tiempos de COVID-19 ha sido un buen reto. Mi participación ha sido remota, algo tan usual que no, necesariamente, está condicionado por el confinamiento sanitario. Vivo en un país remoto, en un sentido literal y figurado, desde donde miro no sólo hacia lo exhibido al otro lado del charco. Ausculto, en una especie de autoexilio virtual, el malestar ciudadano ante el comportamiento de la élite chilena, cuyos grupos empresariales, políticos e intelectuales y sus familias no respetan las leyes incluso ante estos complicados momentos globales, por ejemplo, los hijos de políticos y empresarios organizando fiestas clandestinas, a conciencia de otra cuarentena ad portas por el rebrote británico. 

Me cuesta entender que en Chile se pueda salir al extranjero (a Miami, Londres o Dubai) pero no interregionalmente o que el aeropuerto internacional siga abierto para turistas porque para el gobierno no genera un riesgo significativo, a pesar del ingreso de la nueva variante del coronavirus, sin trazabilidad ninguna. Resultó patético y ofensivo ver por televisión a la subsecretaria de Salud, en medio del anuncio que confirmaba la llegada de la cepa detectada en el Reino Unido, mostrando un improvisado cartel con un número telefónico para que los pasajeros de los aviones que viajaban junto a la persona contaminada, se contactaran … siendo que las aerolíneas tienen toda la información. Es de sobra conocido, que Chile lidera mundialmente la inequidad social y económica, lo que explica esta y muchas otras conductas. Cuestiones que dan la sensación de que no transcurre el tiempo, desde la dictadura, en los aparentemente lejanos años ochenta. Soy un artista hispanista, invitado por Fernando Castro, arriba de una lancha hecha con retazos de JPEG y MPEG, para adentrarme por el backstage y la trama de la jungla digital, viajando hacia un mundo del arte en vorágine, sobre otro mundo, uno que desea poner a las empresas por sobre las cartas constitucionales.

Mi obra para CUIDADO Y PELIGRO DE SI es una especie de trazabilidad poético-virtual de lo que ocurre -materialmente- en la Sala Amós Salvador, entre el 12 de noviembre del 2020 al 17 de enero del 2021. Es una realización “coral”, incluso pienso en las películas “ómnibus”, en y desde las redes sociales, donde las distancias entre artistas son inexistentes, donde lo presentado coexiste en calidad de “tiempo suspendido”, siendo alterados los contenidos las veces que sea necesario manteniendo el formato predeterminado, léase, sosteniendo la hiperrealidad de la plataforma y las apps utilizadas. Fernando Castro Flórez me brinda la oportunidad de seguir profundizando en este tipo de comparecencia digital, remota y ubicua, dando otra vuelta de tuerca a lo realizado co-autoralmente, en otras oportunidades, en espacios artísticos del mundo material con forma de museos, bienales, festivales, ferias y galerías. Mi afán no es el arte electrónico, en plan “vendedor de lavadoras”, sino el arte a secas, sin apellidos (lo opuesto a la clasista y aspiracional cultura chilena), inclusivo y empático con los límites de la cultura a nivel usuario, en constante deslindamiento.